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TEXTUS RESISTENTIAM

John Nomesqui

Es frecuente encontrar hoy obras que aluden al problema ecológico: maticas por allí y por aquí, asuntos sobre la deforestación y la explotación de recursos minerales y naturales, entre otros. Y esto a mi juicio se ha convertido en un verdadero problema pues el arte se convierte en una suerte de anestésico frente a la realidad; Susan Buck-Morss habla de anestésica para referirse a este estado donde el sensurium se adormece frente a la realidad generando un impacto que se traduce en sensibilidad pura y dura; es decir que el arte deviene una suerte de paliativo a placebo frente a una realidad compleja.

Sin embargo obras como la de John Nomesqui, quien se escribe dentro de ese grupo de artistas que yo he denominado Alter Realistas, logran alejarse de ese lugar común del que hablamos, y abre una brecha importante donde el arte recupera su dimensión ética por lo tanto política, en una nueva perspectiva que compartimos con Luis Aristizabal donde el arte vuelve a posar las preguntas fundamentales sobre el equilibrio de los seres vivos y el mundo, entendiendo el mundo como parte de lo viviente. 

Textus Resistentiam, reúne una serie de obras que se fundamentan en el problema del consumo, la acumulación, la contaminación y la explotación opuestos estos al reciclaje, el rescate, la revaloración  y el inter-cambio de materiales destinados a desaparecer en este mundo exacerbado. Es así que aparecen toneladas de papel que se convierten en hilos que dan consistencia a un tejido: hojas de revistas, fotocopias de libros de historia y teoría de artes, papel periódico, tirillas de facturas de supermercado etc. se transforman luego de un cuidadoso trabajo manual, en hilos que terminan luego una gran tela, en una especie de “hongo” que invade las paredes de la galeria, o simplemente en una nueva forma que completa un tronco talado. Este acto no solo de reciclaje si no de restitución, configura y refigura, nuevas formas que interrogan el rol que juegan estos materiales en nuestra cotidianidad. También encontramos obras formadas con toneladas de semillas de guayaba generando un tapete que muta según el sitio de exhibición insistiendo sobre el problema de las semillas originarias frente a su prohibición por parte de los productores de transgénicos. Quien tenga semillas originarias en el futuro será alguien millonario.

 Nomesqui comenzó a hacer visible su trabajo en la Galería Santafe ya hace algunos años (que por cierto tanta falta nos hace), con una pieza escultórica desarrollada esencialmente con papel. Esta pieza está compuesta por una serie de tejidos realizados con hojas de revistas y papel periódico que generalmente van a parar a la basura. Aquí los hilos son conformados por largas tiras de papel que el artista previamente ha enrollado. Luego esas tiras se disponen en un telar y comienza en tejido a desarrollarse. Esta acción lleva a una serie de obras que comienzan a tener una cierta organicidad y se materializan a manera de formas casi naturales como la que se presento el año pasado en la exposición colectiva “Otras naturalezas” en Poliedro Arts, donde estas formas parecían hongos que crecían en los vértices de la sala de exposición o mas recientemente su obra escultórica que se desarrollo a partir de troncos de arboles recolectados en la ciudad que han sido cortados y dejados por ahí. El artista decide “completar” esos troncos como si fuera un “miembro fantasma” con el mismo tejido de papel, restituyendo el material a su origen: la madera. Así se genera un contraste entre lo artificial y natural. La obra “consumo cuidado” se pudo observar en la exposición colectiva “Alrededor” de la sombra curada por Mario Opazo para la cámara de comercio de Bogotá que reunía una seria de artistas alrededor de la obra del artista Ramón Uribe.

Otras de las obras que vale la pena resaltar del artista es la minuciosa recolección de semillas de guayaba que ha venido realizando hace un tiempo. Esta obra se instala a manera de tapiz en el suelo y se ha exhibido en varios espacios donde se realiza labores  pedagógicas: en el jardín infantil semillas, donde van sus hijos, en el colegio donde labora el artista como docente y en la universidad Pedagógica donde el artista trabaja en conjunto con el filosofo Germán Vargas Guillén. Este componente pedagógico es muy importante pues insiste sobre un aspecto fuerte en la obra de Nomesqui: la construcción social donde la pedagogía del arte adquiere un valor transcendente. Los estudiantes y participantes pueden intervenir la instalación dibujando con ella, pisando las semillas habiéndose descalzado previamente, tomando las semillas incluso llevándose un puñado de ellas. “el olor de la guayaba” recuerda esa conversación entre Plinio Apuleyo Mendoza y Gabriel Garcia Marquez donde este ultimo deja ver lo que significa la narración de un territorio cultural que es lo nuestro.


 Pero no solamente es el referente literario y poético esta la fuerza de esta obra en proceso, sino en el aspecto de convertirse en un señalamiento sobre el frágil equilibrio de la naturaleza donde por ejemplo el mercado de los transgénicos afectan indudablemente el equilibrio natural y el ecosistema. Hoy buena parte del mundo está regulada bajo esta óptica neoliberal y Colombia no escapa a esta tensión económica. De ahí que la propuesta de Nomesqui es contundente pues pretende insistir en que la riqueza a venir está en la acumulación de semillas originarias lo que de hecho está prohibido. Esta obra se exhibió recientemente en una de las salas de la Cámara de Comercio de Bogotá, en la exposición colectiva “Cultivo”. La instalación varia pero en la mayoría de las veces el sonido y la participación de los asistentes es fundamental insistiendo en la presencia de la mano, que de hecho es un elemento clave para entender toda la obra del artista: donde manufactura, artesanía se conjugan de manera potente en el arte contemporáneo. 


 Su obra es mucho más amplia y la idea no es agotar en este vistazo crítico la aproximación a ella. Pero esta obra en desarrollo insiste sobre la manualidad, el reciclaje el tejido real y simbólico de orden social donde la pregunta por el equilibrio ecológico esta jalonando la producción artística de John Nomesqui, un artista emergente que bien vale la pena seguirle la huella, pues su obra es en verdad prometedora.

 

 Ricardo Arcos-Palma 

En el aire, Madrid-Paris, 24 noviembre de 2017 

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