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Parajes 

 

María Margarita Sánchez - Viviana Alfonso

Observar en el mundo las cosas, dejar que se muestren de a poquitos, en girones, en plisados, en pedazos y a retazos. Demorar la mirada, detenerse, retrasarse. Desde las multiplicidades, construir ejes de observación de los intervalos, de los rincones, entre los pliegues, en las esquinas, entre las motas, en el silencio. Sin meta, sin punto de partida, herrabundear por las superficies, conocerlas, recorrerlas lentamente, jugándole sucio al vértigo de la producción, a las euforias del consumo. Remirar en lo háptico. Ser en una mirada que palpa, que esculca, que repasa. Los ciegos no pueden palpar con prisas, montones de informaciones táctiles reclamarían la atención de sus terminales nerviosas, tantas se podrían desperdiciar. ¡Quien sabe cuántas fundamentales! Duchamp llamó al Gran Vidrio un retardo en vidrio. Ante el requerimiento de metas, de finalidades, de puntos de partida y puntos de llegada, Benjamin piensa al flanneur. Ocioso, contemplativo, atento al goce, ávido de aprendizajes, observador de lo intermedio, del espectáculo pero también, del contraespectáculo, de lo olvidado, de la penumbra, del entre. Parajes, paradas, perspectivas, territorios. Mirador para contemplar un ámbito replegado, periférico, tangencial. Estimar en mucho aquello que se percibe por el rabillo del ojo, tal como lo hizo De Kooning. Recorrido hacia el adentro, continuum del afuera, cinta de Moebius orgánica, geometría de lo poroso, discontinuidad de lo continuo. Parajes.

 

ANA MARIA LOZANO

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