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Oasis - El camino de Nordine

Blanca Botero

Curaduría: Ana Maria Lozano 

 

 

El camino de Nourdine, Oasis es un proyecto de investigación plástica que desarrolla Blanca Botero y que tiene sus primeros momentos de desarrollo en 2017. Está compuesto por dos instalaciones. En una de ellas, la mirada horizontal, de vuelo de pájaro, sobrevuela kilómetros de terreno regados por el río Todra y que dan lugar a la convivencia entre humanos, vegetación y fauna en un equilibrio frágil que el cambio climático pone a prueba. Las poblaciones de origen bereber, algunas semi nómades, han logrado plantear negociaciones entre la tierra, el agua, el fluir del agua, represamientos parciales, que han dado cabida a zonas fértiles que bordean los dos lados del río. Diez y siete oasis, algunos de trayecto muy breve, otros extendidos a lo largo de varios kilómetros, se dibujan formando enormes contrastes respecto a la arena rojiza.

 

Los Montes Atlas son una cadena montañosa que separa el Océano Atlántico y el mar Mediterráneo, del Sahara. Su nombre mítico Atlas, alude al gran Titán, padre de las Hespérides, que en sus hombros sostiene el mundo. Hacia el norte de esta cadena montañosa, en la garganta de Nurdur nace el río que a lo largo de kilómetros permite la existencia de varios oasis, diez y siete en total, 

 

 

El valle, el agua, la arena

 

La palabra oasis remite a un territorio cuyas características predominantes estarían dadas por enormes contrastes. Por una parte, por la presencia de agua dulce y de vegetación, rodeada por parajes desérticos y arenosos. En términos simbólicos, afectivos, el oasis ha sido la imagen misma que le damos a la resistencia. Figura la oposición que formulan las palmeras, los pastos, el correr del agua a los embates de la arena, a la erosión del viento, a la salinización del agua. Los oasis son un síntoma. Si se van empequeñeciendo, o si desaparecen, el desierto estará ganando territorio.

 

La intrusión de Gaia, es el nombre que Isabelle Stengers ha dado a las diversas manifestaciones del malestar del superorganismo que es Gaia, la Tierra. Y es que con la crisis ambiental, con el calentamiento global, Gaia se manifiesta y cada vez con más frecuencia. El desequilibro entre las incidencias del humano en el planeta, las afectaciones que produce, y la capacidad del planeta de recuperar un cierto punto de equilibrio, cada vez están más puestas a prueba.

 

En El Camino de Nourdine, Blanca Botero recorre el camino del agua en el valle del Todra. Observa los contrastes, la lucha, el síntoma. Las tecnologías de la mirada satelital le son útiles para entender las dinámicas de los cuerpos de agua, para detectar la presencia de las manchas verdes, rosas, pardas.

 

Los pobladores del valle, de antiguo, han trabajado maneras de fertilizar el terreno, cultivando palmas datileras, aceitunas, alfalfa, arándanos. Sus casas son hechas de la misma tierra, se mimetizan con el terreno. En este escenario geográfico los humanos han logrado un equilibrio negociado, con el agua, la tierra, la geografía y los momentos del año, pues se trata de un río estacionario. Hoy luchan porque la arena no gane más territorio.

 

Las dos instalaciones de Botero, las geografías sometidas a cambios que presenta, las resistencias y luchas que se dan en la tierra, ponen en tensión las certezas. La incidencia antropogénica no siempre es nefasta para el planeta, no somos sólo depredadores. También podemos ser agentes polinizadores.  

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