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Después de la linea 

Luna Aymara de los Ríos - Gustavo Toro - Andrés Gallo - Ricardo Muñoz Izquierdo - Camilo Barreneche - Mario Alejandro Tobar - Fredy Clavijo
CURADURIA DE MARIO OPAZO

Por su grado de dificultad en el ascenso, el Alto de la Línea ha sido reconocido como
uno de los puertos de montaña más importantes a nivel internacional, registrándose
como la etapa más exigente en La Vuelta a Colombia”. (Boletín deportivo local).

“Después de la Línea” reúne –por fin en Bogotá–, la obra de Luna Aymara de los Ríos, Gustavo Toro, Andrés Gallo, Ricardo Muñoz Izquierdo, Camilo Barreneche, Mario Alejandro Tobar y Fredy Clavijo;  seis artistas de Pereira de quienes hemos recibido noticias: referencias escritas, imágenes, premios, becas, pasantías; de cierto modo, también hemos notado que abren espacio, dirección y sentido –“Líneas de fuga para fundar nuevos mundos” diría G. Deleuze en Mil Mesetas–. Este grupo de artistas desde el comienzo de sus procesos de creación dejó ver la potencia creativa que hoy se comprueba en sus obras, también la apropiación del arte como acto de resistencia.
 

Los artistas que conforman la muestra, participaron de un proceso que entramó sus propias fortalezas y sensibilidades con la misión noble y compromiso, de instituciones públicas y gestores culturales adscritos e independientes, entre ellos: la Universidad Tecnológica de Pereira a través de sus programas de formación en artes en pregrado y posgrado, el Ministerio de Cultura a través de los Salones Regionales y Nacionales y, a través de los programas de concertación; la gestión en educación del Banco de la Republica, la gestión de la Secretaría de cultura de Pereira, y otras instituciones locales como entre el Museo de Arte de Pereira, el Centro Colombo Americano, la Alianza Colombo Francesa; además, del incansable trabajo de gestores, curadores y artistas locales como: Rosa Ángel,  Adriana Arenas y Danaela Arguelles, quienes desde su fina sensibilidad y criterio han asumido con rigor la visibilidad del talento regional.
 

Después de quince años de maduración, sus procesos escapados del lote y “del mercado de la pirotecnia estético/neoliberal, nos muestran hoy, su ánimo y carácter infranqueable, orientados a testimoniar desde lo esencial de los procesos de creación artística y no se subsumen a dinámicas que en hordas y cardúmenes van dejando impotentes muchos procesos jóvenes.  Dinámicas típicas y exóticas en nuestro días y que engrasan la maquinaria naranja con aceite de linaza y enchapan los predios gentrificados con esquirlas y de un “provenir” gaseoso, una promesa de confort “eunuco”.  Afortunadamente, veo en las distintas regiones del país –en la mal llamada periferia–, artistas vitales, encarando procesos consistentes, rudos, esencialmente poéticos y de plena disfrutabilidad pública –en el sentido más profundo–, es decir, procesos dados a “un tiempo justo” (el de una comunidad y contexto local atravesado por las tensiones globales), dados a una concreción de sentido; libres de modos de hacer formulados, reglados, prederminados; artistas que viajan a la dimensión de las cosas sin nombre; allí, dónde el artista sufre el estupor de lo innombrable y desde donde funda testigos de la imagen, de eso que se desoculta (la verdad).

 

Mario Opazo
Curador

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