







PROMETEO
Uno de los mitos griegos que hoy adquiere una sorprendente relevancia es el de Prometeo en el que Zeus le encarga asignar a las diferentes especies de animales las capacidades requeridas para garantizar la supervivencia. Su hermano Epimeteo le pide que lo deje realizar la tarea quien ejecuta un gran trabajo otorgándoles lo necesario para sobrevivir, pieles gruesas y pelaje para protegerse del frio a los mamíferos, recursos para huir y esconderse en cuevas como a los conejos, plumas para volar y calentarse a las aves, la capacidad de respirar y vivir bajo el agua a los peces, la caparazón para defenderse a las tortugas, garras y colmillos a los depredadores carnívoros para controlar las sobrepoblaciones y así todo un eficiente sistema ecológico en equilibrio que garantizara la supervivencia de todas las especies. Cuando Prometeo vino a supervisar el reparto realizado por su hermano encontró que este había agotado todas las capacidades y dejó desprovisto de defensas y facultades a los humanos. Angustiado por esta carencia Prometeo decide robar a Atenea la técnica, la sabiduría y la creatividad de las artes y para lograr su desarrollo roba a Hefestos el fuego, para otorgárselos a los humanos. Este abuso produjo la ira de Zeus quien castigó a Prometeo atándolo a una roca para que un águila viniera a devorarle su hígado que luego se regeneraba ocasionándole así un sufrimiento por toda la eternidad. Otorgarle a los humanos semejantes capacidades propias de los dioses rompía el equilibrio cósmico propiciando en esta especie un desajuste que ocasionaría el hubris, el pecado contra el orden cósmico, la pretensión de tomar más de lo que le corresponde, la arrogancia, el orgullo y el poder de transformar dicho equilibrio en un caos al pretender poner todo a su servicio. Con las artes, la técnica y el saber podrían asemejarse a los dioses con la capacidad de crear e inventar su destino a su acomodo, incluso la posibilidad de destruir el equilibrio ordenado e impartido por Zeus y su justicia que le asignaba a cada especie lo justo para asegurar la supervivencia y la diversidad de la vida.
El proyecto de Echeverri al producir su obra con materiales desechados de lo tecnológico señala y delata las consecuencias del abuso, expresa la incertidumbre a la que conduce el desequilibrio, el desajuste de pretender ser y tomar más de lo que le corresponde al humano conforme al orden cósmico. Su obra invita a la reflexión en procura de comprender lo que realmente somos. Nos invita a reconocer el valor de la vida y la urgente necesidad de poner la tecnología a su servicio. La tecnología le ha aportado a los humanos garantías para su sostenibilidad y un poder desequilibrante, pero a su vez esta ha surgido como una potencia impredecible e incontrolable que impone condiciones inciertas. Tal vez la obra de Echeverri sea la oportunidad para reflexionar, teniendo en cuenta que esta es generada por los humanos, para ponerle la dirección apropiada para preservar la vida y el equilibrio que también el humano requiere para su propia supervivencia.