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Neoretro

 

Andrés Duplat

Neo-retro, además de un término que a primera vista implica una contradicción es también una expresión que hace honor a la complejidad conceptual que ha caracterizado la obra producida por Andrés Duplat en lo que va de este siglo. La expresión es aplicable a su exposición en La Galería en más de un acepción. Por ejemplo, la muestra invita a una nueva lectura (neo) de trabajos que habían sido exhibidos individualmente (retro), y en ese sentido el término hace referencia a la posibilidad de apreciar las obras, en un contexto diferente suministrado no sólo por el espacio expositivo, sino por la compañía en que se presentan, la cual permite involucrarlas en un desarrollo específico, insertarlas en un particular sistema de pensamiento y ampliar la red de sus implicaciones y alcances.“La ciencia es la pornografía última, una actividad analítica cuyo objeto principal es aislar objetos y hechos de sus contextos en el tiempo y el espacio. Lo que la ciencia comparte con la pornografía es esta misma obsesión: La actividad específica de ciertas funciones cuantificadas.” J.G. Ballard, “La exhibición de atrocidades”

Entre las obras incluidas en la muestra se encuentra el proyecto “De Contrabando”, un trabajo que ha ido intensificando, mediante novedosas prácticas y materiales, la visualización de un problema de índole social, política y geográfica de punzante vigencia en el ámbito nacional: el tráfico ilegal de gasolina en la frontera colombo-venezolana. Esta obra incluye videos, instalaciones y fotografías que ponen de relieve, no sólo la permeabilidad de cualquier frontera y su naturaleza abstracta o ficticia cuando se trata de límites internacionales, sino la recursividad e inventiva que se despliega diariamente en esta actividad. La obra ilustra acerca de todo un estilo de vida, peligroso y apremiante, injusto y aventurero, presentándolo en su escenario natural de ríos, puentes, avenidas, viejos automóviles, y coloridas pimpinas, e imponiendo la consideración de un marco social para una adecuada aproximación a su producción.

También se incluye en la muestra la serie de fotografías denominada “Local”, a través de la cual puede seguirse el recorrido del artista por algunas de las principales avenidas bogotanas, documentando, desde el vidrio exterior, las imágenes de locales comerciales desocupados. En este trabajo se reflexiona acerca del uso de los espacios arquitectónicos, así como de la mirada que asume el espectador frente al espacio vacío, la cual lo lleva a ocuparlo, a habitarlo momentáneamente según sus imperativos culturales y expectativas económicas. En el contexto de toda su producción, la obra alerta sobre la posibilidad de múltiples razonamientos a partir de un mismo trabajo, y por ende, acerca de la importancia de las experiencias y expectativas del observador en los efectos y alcances de las obras de arte.

“Inferno”, otro de los trabajos incluidos en esta re-visión y re-contextualización de las anteriores presentaciones de Duplat, es una instalación conformada por varios estantes con libros que fueron en una u otra época prohibidos debido a su contenido o sus implicaciones políticas, sociales, morales o religiosas. Es un trabajo que versa sobre el hecho de proscribir y que induce a reflexionar sobre temas como poder, autoridad y represión intelectual, así como, en el otro extremo, acerca de la libertad del individuo o de la sociedad para determinar sus propias creencias y valores. Los libros, sin embargo, no son publicaciones reales, es decir, no son originales, ni representaciones, ni reproducciones a la manera en que ha sido usual categorizar las imágenes artísticas; son simulaciones de libros, objetos que lucen como libros pero que carecen de texto remitiendo sólo por el título a las obras vetadas, y que, por lo tanto, no son copias ni intentan sustituir los libros originales sino, simplemente, estimular reflexiones sobre la futilidad de prohibir y acerca de las posibles causas y efectos de las proscripciones. “Inferno” puede tomarse como un claro indicio de inconformismo en el génesis de sus trabajos, y como una invitación a transgredir códigos y mandatos tanto artísticos como sociales

 

El retro-recorrido por la trayectoria de Duplat conduce seguidamente a algunas de las piezas de su exposición “La Pintura es el Marco”, en las que el artista hace explícito un raciocinio acerca del límite en las obras de arte, a partir de la manifiesta obsolescencia del marco en el arte contemporáneo. Se trata de trabajos que en lugar de estar producidos sobre lienzo, soporte tradicional de la pintura, se hallan realizados con molduras, es decir, con un material que si bien se utilizó para complementar el atractivo de los lienzos, para reforzar su condición de bienes muebles, o como componente que facilita su manipulación, de todas maneras ha sido el elemento que ha encerrado las pinturas, y por ende, que ha circunscrito sus dimensiones y planteamientos. Pues bien, el artista emplea ahora la moldura como materia prima y como soporte del contendido de sus obras, estableciendo de esta forma, y no sin cierta ironía, un iluminante contrasentido que ayuda a comprender la libertad y los propósitos críticos de la contemporaneidad en artes plásticas.

Esta idea de límite, sin embargo, ha sido una constante en su producción, y así puede comprobarse en las demás obras mencionadas donde, por ejemplo, las fronteras nacionales, la línea divisoria entre lo objetivo y lo subjetivo, o los límites de lo moral se han transgredido haciendo manifiesto, no sólo que donde termina un espacio o un concepto comienza otro que puede ser antagónico, sino que en las obras de Duplat hay, desde su concepción, más de un límite que se vulnera lo que determina su desenvolvimiento pluridireccional.

Sus últimos trabajos, por ejemplo, apuntan en una dirección totalmente diferente a las obras mencionadas, pero también en ellos ha sido fundamental la idea de límite. Son trabajos que permiten percibir nuevos conceptos puesto que plantean la imagen fotográfica como una realidad propia e independiente de lo que comúnmente se denomina la realidad, gracias a los avances técnicos del medio fotográfico que han hecho accesibles a los artistas y al público algunos estados de la imagen que antes sólo podían apreciarse en el laboratorio. Y en ese sentido también son obras que infringen los linderos de lo convencional, pudiendo catalogarse como trabajos de alta tecnología, pero en los cuales la tecnología no es el fin sino un instrumento para la transmisión de ideas y significados, que como se ha visto, tienen implicaciones en los ámbitos social y cultural.

A estas obras, que se presentan por primera vez, puede, además, adjudicársele el término Neo-retro en una acepción distinta, puesto que, en una clara reversión de los procesos fotográficos tradicionales, en lugar de tratarse de imágenes positivas derivadas de un negativo, se trata de imágenes negativas tomadas del positivo que implica la imagen digital. Estos negativos se imprimen sobre metal lo que les confiere un aspecto intrigante ya que no sólo invierten las imágenes sino así mismo los valores cromáticos sustituyéndolos por sus contrarios en el espectro luminoso.

Neoretro, en conclusión, constituye un nuevo paso en la trayectoria de Andrés Duplat, el cual no sólo clarifica aspectos de su obra que pudieron pasar inadvertidos en sus presentaciones anteriores, sino que permite identificar, a pesar de su diversidad, una clara complementariedad en sus argumentaciones. La muestra reitera su inclinación a involucrar procesos sociales y culturales en sus raciocinios expresivos, y también su propósito de abordar simultáneamente nociones fundamentales como el límite, o la diferencia, entre lo posible y lo real, lo cual es especialmente perceptible en “Doble Negativo”, sus producciones más recientes.

Eduardo Serrano Curados y Crítico de Arte

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