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LUGARES QUE NOS HABITAN

Maria Fernanda Zuluaga 

Curaduría: Ana Maria Lozano

 

El cuerpo, el lugar, los afectos

Conversamos María Fernanda y yo. Desarrollando una idea me comenta que para ella la poesía es fundamental, me habla de su amor por Pessoa y de repente, lo cita de memoria:

 

“enrollar el mundo alrededor de nuestros dedos, como un hilo o una cinta con la      que juega una mujer que sueña en la ventana”.


Ese enrollar el mundo en nuestros dedos me recuerda al Taita Lorenzo y a una idea que le escuché, en la que llamaba a enrollar y desenrollar la palabra, cuidándola, masticándola, elaborando con calma y con cuidado cada pensamiento. Se me unen el Taita y Pessoa. Con esa imagen abro este texto, esta otra conversación, en la que ahora, entran también ustedes.

Nos detenemos a hablar sobre una de sus piezas pictóricas. Me cuenta que de niña su familia vivió en una casa con jardín y el jardín tenía una fuente. A través de su narración puedo entender que con esa casa, esa fuente y ese jardín, hace una peregrinación imaginada a un tiempo pasado. La biografía se une a los lugares, se funde con los espacios. La imagen pictórica establece una visagra entre el afuera y el adentro de esas historias.

La narración de María Fernanda está salpicada de imágenes y de datos sensibles, de tal manera que, aun cuando yo no conocí ese lugar, las imágenes que dibuja me hacen evocarlo. Se trata de lugares hechos memoria, que nos habitan. Alguna vez fuimos nosotrxs lxs que los habitamos. De esta manera, algo que en su momento estuvo marcado por la percepción, por la experiencia, por el cuerpo, hoy deviene materia pictórica. Esta se fragmenta y en una cierta proporción, conforma girones, precisiones, imágenes brumosas, cartografías, intervalos.

Quizás la mayoría de nosotrxs hemos hecho recorridos vitales que han supuesto arraigar y desarraigar, que han implicado aquerenciarnos y también desprendernos de territorios. Esta exposición se adentra en la reflexión sobre lugares de memoria, desata una fenomenología del recuerdo, alude a las relaciones entrañables que se arman entre cuerpo y espacio, espacio y cosas. Nos emplaza entre percepción, imaginación y afección.

Para las geógrafas es vital entender el propio cuerpo como el primer territorio, aquel con el que se establece nuestro arraigo más antiguo, la más necesaria lealtad. En seguida están los otros cuerpos territorio. Y he aquí tres grandes pinturas blandas, círcunferenciasmundo que se abren y riegan, que se mueven y recogen. El cuerpo de la madre, cuerporefugio, cuerposantuario, cuerpohogar; el cuerpo del hermano, cuerpopena, cuerpoternura, cuerposufrimiento y amor. María Fernanda las pliega y despliega, cose, repasa, escribe, dibuja. El diámetro se corresponde con su propia estatura. Son pinturas y dibujos afecto, recuerdo y cuerpo hechos espacio.

 

Ana María Lozano

    Bogotá mayo 25

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